Los centros de origen y de diversidad deben ser regiones libres de transgénicos

La diversidad de especies y variedades que hoy sustentan la agricultura y la alimentación del mundo son el resultado de un largo proceso de domesticación, selección y mejoramiento de especies silvestres y cultivadas. Pero en todo el mundo se está presentando un alarmante proceso de erosión genética de esta biodiversidad. Según datos de la FAO, durante este siglo la diversidad genética de los cultivos se ha reducido 75%.

Régimen de protección especial debe estar orientado a determinar el valor cultural, social, económico y biológico de los centros de origen y diversidad y la aplicación del principio precautorio en el contexto del artículo 27 del Protocolo de Cartagena.

La agricultura es un invento de múltiples poblaciones humanas, pueblos y civilizaciones en diferentes regiones del mundo desde hace miles de años, especialmente en las regiones tropicales y subtropicales de Asia, América y África. Es el fruto de generación de conocimiento, innovaciones y prácticas, trabajo colectivo y acumulado por miles de generaciones de agricultoras y agricultores. La diversidad de especies y variedades que hoy sustentan la agricultura y la alimentación del mundo son el resultado de un largo proceso de domesticación, selección y mejoramiento de especies silvestres y cultivadas.

Los centros de origen de una especie de cultivo son aquellas regiones de donde se inició su proceso de domesticación y donde existen los parientes silvestres que originaron este cultivo. Estos centros de origen no siempre es donde se encuentra la mayor diversidad de variedades. Esto se debe a que los agricultores de otro lugar, distinto del de origen, pueden haber sido los que desarrollaron mayor número de variedades del cultivo. Es por ello que el debate sobre la amenaza para las variedades cultivadas de los cultivos transgénicos se debe enfocar no solo en los centros de origen, sino también en los centros de diversidad de los cultivos.

Para el caso de América, la agricultura se inició por lo menos hace 10.000 años. Como resultado de este trabajo de selección y mejoramiento realizado por múltiples pueblos y generaciones, se crearon muchas especies y variedades cultivadas, adaptadas a diferentes regiones geográficas, climas y requerimientos culturales, tecnológicos y productivos de los agricultores. Es así como La región tropical y subtropical de América es el centro de origen y de mejoramiento de cultivos como: maíz, frijol, papa, tomate, ají, calabazas, yuca, ñame, batatas, algodón, tabaco, piña, cacao, caucho, pimienta y muchos otros tubérculos, raíces, cereales, frutales, plantas medicinales y de otros usos.

Desde los orígenes de la agricultura hasta nuestros días, el mejoramiento de los recursos genéticos realizado por los agricultores ha sido un proceso descentralizado, en donde cada grupo étnico ha seleccionado, y creado múltiples variedades diferentes, que se han adaptado a las condiciones diversas de clima, suelos, ecológicas, agronómicas y requerimientos culturales y nutricionales. Esta biodiversidad creada y conservada por las múltiples comunidades indígenas y campesinas de América Latina es un importante aporte genético a la especie y son un patrimonio cultural de estos países y especialmente son fundamentales en la soberanía alimentaria de estas comunidades locales. En la creación de especies y variedades para la agricultura, desde épocas antiguas han intervenido varias culturas, pueblos indígenas y locales situados en la misma región. Este proceso ha sido determinado por factores ecológicos, tecnológicos, productivos y culturales:

El maíz es originario de Mesoamérica y su domesticación se remonta hace aproximadamente 10.000 años, pero desde épocas ancestrales tuvo un proceso de domesticación y diversificación de razas nativas en la región Andina. Igualmente Brasil es un importante centro de diversidad de, en donde millones de campesinos han desarrollado variedades criollas. El maíz es un cultivo sagrado para muchos pueblos mesoamericanos y andino. Durante siglos, los pueblos de América Latina han desarrollado nuevas variedades de maíz adaptadas a las condiciones físicas de distintas regiones y a sus necesidades culinarias y culturales. Para el caso de México, la base de datos de maíces criollos cuenta con 7,009 registros georreferenciados, ente 1940 y 2005, correspondientes a 61 razas. Según CONABIO (2006) (1), respecto a los parientes silvestres del maíz, existe una base de datos de teocintle que incluye cuatro especies y 421 registros georreferenciados, colectados entre 1977 y 1999. En Perú, existen 55 razas adaptadas de maíz a diversos pisos ecológicos (Perry et al. 2006); mientras que en Colombia existen en los bancos de germoplasma del ICA, 5.600 accesiones pertenecientes a 23 razas nativas de maíz.

La papa se originó en la región andina; allí se presenta una altísima diversidad y presencia de parientes silvestres especialmente en Perú y Bolivia y Ecuador, pero también tuvo procesos de diversificación en la antigüedad hasta Mesoamérica. La papa es el cultivo más importante en la región andina y está asociado no sólo con la seguridad alimentaria de los pueblos, sino con las relaciones de reciprocidad y de fortalecimiento cultural y del tejido social comunitario.

La yuca es un cultivo originario de las tierras bajas tropicales de la amazonia, pero los pueblos del Caribe y de las tierras bajas de Sur América de Brasil, Colombia, Perú, Ecuador y Paraguay entre otros, han desempeñado un papel importante en la diversificación de esta especie. Igualmente en varios países de África existen importantes centros de diversidad de yuca, en donde es fundamental en la soberanía alimentaria de los pueblos. La importancia cultural de este cultivo es fundamental en América Latina y está ligado con la identidad de las distintas comunidades amazónicas, de manera particular de las mujeres.

El algodón desde épocas ancestrales presentó una amplia distribución en toda América y procesos de domesticación y mejoramiento paralelos en lugares bastantes distantes. Tiene dos centros de origen en América Latina: La región Andina y Mesoamérica; y en la Amazonía también existen variedades tradicionales y parientes silvestres, las cuales también tienen fines medicinales en algunos pueblos indígenas.

El arroz es originario del Sureste asiático, pero desde la época de la colonia se cultiva en todos los países tropicales y subtropicales de América Latina, en donde existe una importante diversidad de variedades locales, desarrollada especialmente por comunidades indígenas y campesinas, las cuales están adaptadas a las condiciones ambientales y socioeconómicas de estos países y de las comunidades locales.

Pero en todo el mundo se está presentando un alarmante proceso de erosión genética de esta biodiversidad. Según datos de la Organización Mundial para la Alimentación y la Agricultura (FAO), durante este siglo la diversidad genética de los cultivos se ha reducido 75%. En otras muchas regiones del mundo se han obtenido cifras parecidas, que muestran la erosión genética catastrófica que está teniendo lugar a nivel mundial. De las 8 mil variedades tradicionales de arroz que existían en China en 1949, sólo quedaban 50 en 1970, y de las variedades locales de maíz que se conocían en México en 1930, sólo queda actualmente 20 por ciento. En Corea del Sur de 57 cultivos, de los que se conocían más de 5 mil variedades distintas, entre 1985 a 1993, desapareció 82% de las variedades (Greenpeace, 2000). En la India en 1960 había aproximadamente 50 mil variedades de arroz, en 1990 había 17mil variedades; pero hoy la mayoría de los agricultores sólo utilizan unas pocas docenas.

Los bancos de germoplasma son administrados por organizaciones internacionales, instituciones de gobiernos o centros de investigación. Aunque la mayoría de estas instalaciones está situada en países del Sur, son financiadas y controladas principalmente por países del Norte. Un total de 1.300 bancos de germoplasma en todo el mundo guardan actualmente unos 6 millones de accesiones. Muchas de las semillas pierden su viabilidad durante el almacenaje, puesto que la semilla guardada en los bancos no está sujeta a la selección, evolución y adaptación natural al entorno.

Una forma más sostenible de preservar la diversidad de nuestros cultivos es conservarlos en su medio. No tiene sentido conservar la diversidad de los cultivos congelada, o en museos de diversidad. La revolución verde con sus variedades híbridas genéticamente homogéneas y los cambios sociales y económicos que ha motivado, es una de las causas principales de la disminución de la diversidad. Greenpeace (2000) (2) plantea que la introducción en la agricultura de plantas transgénicas, aumenta la tendencia hacia la uniformidad y la pérdida de diversidad de los cultivos, a través de la contaminación genética de genes modificados que llegan a las especies y variedades nativas.

Riesgos e impactos de cultivos transgénicos en centros de origen y biodiversidad

América Latina es la región del mundo que tiene mayor diversidad agrícola, es por ello que la introducción de plantas transgénicas tienen un gran riesgo, especialmente por la posibilidad de transferencia de estos genes modificados en las plantas silvestres y las variedades cultivables locales, lo que puede causar graves desequilibrios en los ecosistemas. Los riesgos de transferencia de genes de una variedad transgénica a una especie o variedad pariente, es mayor en los centros de origen y/o diversidad, ya que los genes insertados tienen más oportunidades de pasar a otras plantas donde se pondría en juego los recursos genéticos aún existentes. Una vez que las plantas transgénicas se liberan al ambiente no se pueden contener, el cruzamiento natural entre las plantas emparentadas. La vía principal de escape de los nuevos genes a otras zonas y especies es a través del polen, que puede fertilizar plantas sexualmente compatibles en la zona.

El flujo de los genes será inevitable en los centros de diversidad, ya que la planta transgénica estará rodeada de plantas compatibles, ya sean variedades y razas locales o especies silvestres. Está demostrado que los cultivos de maíz, papas, tomate, yuca, frijol, algodón, girasol, colza y muchos otros pueden hibridarse (intercambiar material genético) con plantas silvestres que crecen en sus centros de diversidad.

El sólo hecho de pretender introducir cultivos transgénicos en centros de origen y de diversidad de estas especies, que son fundamentales en la alimentación y agricultura mundial, debería ser un argumento contundente para rechazarlo. Se debe proteger a las variedades tradicionales y los parientes silvestres (que además de su valor cultural, constituyen la materia prima para el mejoramiento de las variedades modernas). No es cuestión de manejar el riesgo o de saber responder ante emergencias, en casos de contaminación genética, sino de evitar la contaminación; porque la contaminación genética es irreversible, y las vías de contaminación son múltiples, no sólo a través de flujo de genes, sino de contaminación de semillas, de tubérculos (en el caso de la papa y de la yuca), y sobre todo por prácticas culturales que las comunidades indígenas y campesinas, puesto que dentro de sus estrategias de conservación y mejoramiento de la diversidad agrícola, experimentan con semillas nuevas, intercambian y llevar semillas y productos de una región a otra.

Existen muchas formas y vías por las cuales puede llegar la contaminación genética a los centros de origen y de diversidad. Generalmente las evaluaciones de riesgos realizadas en A. latina, solo evalúan la distancia mediante condiciones naturales se transporta el polen desde una planta GM a una no GM y se sacan conclusiones absurdas como las obtenidas en Colombia, en donde el Instituto Colombiano Agropecuario ICA, al evaluar varios tipos de maíces GM, dice que la biodiversidad local de maíz, se protege con solo separarlos a 300 metros de las variedades transgénicas. Pero no se evalúan y tienen en cuenta las diferentes formas como pueden llegar el maíz GM a las zonas donde están las variedades nativas. Por un lado la mayor fuente de contaminación puede proceder por la importación masiva de maíz en países como México, Colombia y Perú, que llega como alimento, pero que también se pueden utilizar como semilla. También es frecuente que los programas de ayuda alimentaria y de fomento agrícola entreguen semillas foráneas, que los campesinos e indígenas no conozcan su procedencia, y si éstas son transgénicas, pueden entrar en la cadena productiva y alimentaria de manera desapercibida y sin ningún control.

Una vez que se libera una variedad transgénica en un país, es imposible frenar la contaminación genética. En un estudio hecho por Union of Concern Scientist (2004) (3), se reportó contaminación genética en semillas convencionales de maíz, soya y canola con transgenes procedentes de variedades manipuladas genéticamente en Estados Unidos. Existe suficiente literatura que demuestra que hay introgresión desde variedades cultivadas y sus parientes silvestres en especies como maíz, yuca, papa, entre otros cultivos (4). Scurrah et. al. (2005) (5) demuestran que existe flujo de genes desde los cultivos de papa hacia sus parientes silvestres en Perú (6).

Además de los impactos sobre la biodiversidad en los centros de origen y de diversidad, es fundamental para los países de América latina, los impactos que estos tienen sobre la cultura y la afectación social y económica, y especialmente sobre los sistemas productivos y la soberanía alimentaria de las comunidades locales y pueblos indígenas de la región que dependen de esta biodiversidad. En realidad no existen métodos para evaluar los impactos socio económicos de los cultivos transgénicos en los centros de origen, y en regiones donde estos cultivos para las comunidades locales tienen un valor cultural, ritual y espiritual importante, como son los casos de la papa, el maíz y la yuca, en la región andina, mesoamericana y amazónica respectivamente. Otros cultivos como el arroz y la caña de azúcar son de gran importancia regional, pues constituye parte de la dieta básica de esas comunidades. La introducción de variedades transgénicas de estos cultivos en la región, puede tener impactos socioeconómicos y culturales muy graves, especialmente entre las comunidades y pueblos indígenas ligados a la biodiversidad.

Existen evidencias científicas que muestran la posibilidad que el flujo de genes ocurra en los centros de origen y de diversidad, de hecho ya ocurrió en México con el maíz, en donde se ha encontrado que las variedades nativas de los agricultores se han contaminado con variedades transgénicas. Los estudios hechos por Quist y Chapela (2001) (7) en el Estado de Oaxaca México y corroborado más tarde por la Comisión para la Cooperación Ambiental de América del Norte, demuestra que hay contaminación genética en las variedades tradicionales, a pesar de que hasta el momento no es permitido sembrar comercialmente maíz transgénico en ese país, y que ésta ha ocurrido a través de la importación autorizada de granos de maíz transgénico procedente de Estados Unidos.

Asimismo, el anuncio del Centro Internacional de la Papa (CIP) en julio del 2007 sobre la creación de un variedad de papa genéticamente modificada a nivel experimental resistente a la polilla, generó una serie de cuestionamientos por parte de organizaciones conservacionistas de la agrobiodiversidad y ambientalistas a nivel nacional e internacional, las que expresaron y difundieron su honda preocupación por la posible liberación de esta papa GM en países andinos centros de origen de este tubérculo (8).

Por otro lado, Gutiérrez (2007) (9) determinó la presencia de dos eventos transgénicos en cultivos de maíz amarillo duro, el NK603 (resistencia a herbicidas) y el Bt11 (biocida) en el valle de Barranca, ubicado al norte de Lima, Perú, lo cual pone nuevamente en discusión el tema de los riesgos e impactos que genera la introducción de cultivos genéticamente modificados en centros de diversidad biológica, como el Perú, que en la actualidad tiene 55 razas adaptadas de maíz a diversos pisos ecológicos (Perry et al. 2006 en Lapeña, 2007) (10).

El riesgo es mayor cuando existe una especie silvestre emparentada que esté considerada una «mala hierba» o «maleza», puesto que una planta modificada genéticamente con genes que confieren tolerancia a herbicidas o que producen toxinas Bt, al transferirse a parientes silvestres, les proporcione una ventaja que les permita sobrepasar e invadir a la vegetación natural. El caso del maíz tiene peculiaridades especiales, puesto que es una planta de polinización abierta, al tiempo que es la especie agrícola de mayor variedad genética conocida, lo cual permite que sea cultivado en un amplio rango de ambientes. Una vez liberado al ambiente variedades de maíz transgénico, es prácticamente imposible impedir el flujo genético hacia otras variedades o hacia parientes silvestres, por razones biológicas, ecológicas y culturales.

Medidas de protección de los países centros de origen y de diversidad, que se deberían incluirse en el régimen de responsabilidad civil y compensación del Protocolo de Cartagena

El régimen de responsabilidad civil y compensación que se adoptará en el seno del Protocolo de Cartagena, debería incluir medidas de salvaguarda para los países que son centros de origen y de diversidad, relacionadas con evaluación ambiental y también salvaguardas.

En aplicación del Principio de Precaución, todos los países que sean centros de origen y/o diversidad de algún cultivo, deberían adoptar medidas legales para prohibir la introducción de variedades transgénicas de esos cultivos y de productos que sean material reproductivo, ya sea como commodities o como semillas. También deberían prohibirse las pruebas y experimentación de campo con estas semillas.

De existir impactos negativos en centros de origen de cultivos y diversidad de cultivos, a partir de la introducción, uso, manipulación, liberación en el campo o comercialización de OVM, la responsabilidad debe incluir sanciones penales, sin prejuicio de las sanciones civiles.

Dado que los impactos que pueden generarse a partir de los OGM pueden tener impactos a largo plazo, ser acumulativos y crear sinergismos con otros elementos ambientales o la salud humana la responsabilidad no debe prescribir.

Autores: Germán Vélez – GRUPO SEMILLAS, Ymelda Montoro – RAAAA

Fuente RED POR UNA AMERICA LATINA LIBRE DE TRANSGÉNICOS – RALLT

Comentarios al proyecto: Latin America Capacity- Building in Biosafety – GEF, Red por una América Latina Libre de Transgénicos, 6p. Catacora, G. 2006. Papa transgénica en el centro de origen: riesgos e implicaciones. 8 pp.

Notas:(1) CONABIO, 2006. Documento base sobre centros de origen y diversidad en el caso de maíz en México. Jul, 2006, 33p.

(2) Greenpeace, 2000. Centros de diversidad. La riqueza biológica de los cultivos tradicionales, herencia mundial amenazada por la contaminación genética, México, 2000, 63p.

(3) Union of Concerned Scientists. 2004. Gone to the Seed. Transgenic Contamination in the Tradicional Seed Suply.

(4) Jarvis, Devra I. and Toby Hodgkin. 1999. Wild relatives and crop cultivars: detecting natural introgression and farmer selection of new genetic combinations in agro-ecosystem. Molecular Ecology 8, S159-S173.

(5) M. Scurrah, S. Chumbiauca, A. Salas, R. Canto, J. Arcos, C. Celis, R. Visser, S. Cowgill, H. Atkinson. 2005. Dinámica de flujo de genes en el cultivo de papa y sus parientes silvestres en el Perú. El caso: variedades transgénicas con resistencia a nematodos. Séptimo Congreso Nacional de la RAAA, Arequipa.

(6) Ver también Huamán, Z. 2005. Panorama de los transgénicos en el Perú. Posibles efectos en la Biodiversidad. Ponencia presentada en el Seminario Impactos de los transgénicos en la agricultura sostenible Arequipa noviembre 2005.

(7) Quist & Chapela. 2001. Transgenic DNA introgressed into tradicional maize landraces in Oaxaca, México. Neura. Vol. 414, 29 November 2001.

(8) CARETAS, 2007. Revolución Caliente. En El CIP, primera variedad de papa transgénica atiza el revuelo. Lima, Perú, 79 -80 pp.

(9) Gutiérrez, 2007. Informe sobre detección de eventos transgénicos en campos cultivados de Maíz en le valle de Barranca, Lima. Universidad Agraria la Molina (UNALM). 4 pp.

(10) Lapeña, 2007. Semillas transgénicas en centros de origen y diversidad. SPDA. Lima, Perú.

Link: http://www.ecoportal.net/content/view/full/77296/

Bolivia: centro de origen y diversidad de innumerables cultivos

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La existencia actual de diversos recursos genéticos en Bolivia está asociada principalmente al trabajo de custodia, siembra, selección e intercambio que realizan los agricultores de comunidades indígenas y campesinas.

Este manejo va asociado al uso y multiplicación de la biodiversidad y se contrapone al monocultivo asociado a la utilización indiscriminada de pesticidas y transgénicos del agronegocio, modelo que se complementa con la homogeneización y privatización de semillas y la estructuración del consumo modificando hábitos alimenticios, hacia unos pocos alimentos industriales o productos chatarra que terminan con la salud de la gente.

La consecuencia es también la erosión y pérdida de los recursos genéticos, y la degradación de agroecosistemas.
En 1995, las políticas públicas implantadas en el marco de los lineamientos del FMI y el Banco Mundial, definieron la privatización de la investigación y con ello, de los recursos genéticos. El primer paso fue traspasar las estaciones experimentales del Instituto Boliviano de Tecnología Agropecuaria (IBTA) a las Prefecturas de conformidad a la Ley No. 1654 de Descentralización Administrativa, promulgada el 28 de julio de 1995. Y el segundo paso, crear fundaciones privadas que recibían fondos estatales y otros y que definían lo que se investigaba a través de concursos y la creación del Sistema Nacional de Recursos Genéticos que nunca llegó a funcionar como tal.
En este contexto se perdieron importantes recursos genéticos porque las estaciones quedaron literalmente cerradas y bancos de germoplasma fueron a parar a diferentes espacios o fueron rescatados por algunos investigadores. Mientras tanto los inventarios, accesiones y “salvatajes de material genético” continuaron en Bolivia como siempre, sin que los resultados fueran accesibles. El 17 de diciembre de 2010 el INIAF asumiendo sus funciones de administrar el Sistema Nacional de Recursos Genéticos, agrícolas, pecuarios, acuícolas y forestales, bancos de germoplasma y centros de investigación, recibió los bancos de germoplasma de Proinpa (Granos Altoandinos, Papa y raíces Andinas) y del Centro de Investigaciones Fitoecogenéticas de Pairumani (Maíz, cucurbitáceas, leguminosas). El INIAF fue creado el 2008, incluyendo entre sus principios el respeto a la normativa de prohibición de transgénicos establecida en la Ley Marco de la Madre Tierra, la Ley de Reconducción Productiva Comunitaria y la Constitución Política del Estado.
Hace un poco más de un mes, el INIAF organizó el I Congreso Nacional de Recursos Genéticos de la Agrobiodiversidad, en la ciudad de Santa Cruz, evento en el que se presentaron resultados de investigación en varios cultivos de los cuales el país es o forma parte de centros de origen y de diversidad, entre ellos papa, quinua, maíz, raíces andinas, yuca, copoazú y también recursos zoogenéticos.
Las plantas más importantes para la agricultura se originan en solo una fracción del globo, en áreas llamadas centros de origen, que cubren apenas el 2-3% de la superficie terrestre. Los centros de origen fueron la cuna de grandes civilizaciones en el pasado.
Los centros de origen de una especie de cultivo son aquellas regiones donde se inició su proceso de domesticación y donde existen los parientes silvestres que originaron este cultivo. Estos centros de origen no siempre son los lugares donde se encuentra la mayor diversidad de variedades, porque agricultores de otras regiones pueden haber desarrollado mayor número de variedades de cultivo. Es por ello que la Ley de Reconducción Productiva Comunitaria ha incorporado en el artículo la prohibición de cultivos transgénicos de los cuales la región andina es centro de origen o de diversidad, quedando el maíz transgénico definitivamente prohibido en Bolivia.
Si bien es importante mantener bancos de germoplasma para guardar semillas “ex situ”, la forma más sostenible de preservar la diversidad de los cultivos es conservarlos en su medio. Esto implica garantizar el intercambio de semillas y los sistemas de custodios de los agricultores, fomentar la agroecología y los sistemas agroforestales en lugar de monocultivos y semillas homogéneas. Pero fundamentalmente se hace necesario un trabajo sostenido de educación y concientización que oriente el consumo de alimentos hacia la diversidad en el campo y en la mesa, porque la comida es y porta cultura. Y porque un consumidor responsable con la Madre Tierra y solidario con quienes producen alimentos, recuperando la diversidad, enfrenta la hiperespecialización de los sistemas de producción agroalimentaria de escala mundial es decir al agronegocio.
“América Latina es la región del mundo que tiene mayor diversidad agrícola, es por ello que la introducción de plantas transgénicas tienen un gran riesgo, especialmente por la posibilidad de transferencia de estos genes modificados en las plantas silvestres y las variedades cultivables locales, lo que puede causar graves desequilibrios en los ecosistemas. Los riesgos de transferencia de genes de una variedad transgénica a una especie o variedad pariente, es mayor en los centros de origen y/o diversidad, ya que los genes insertados tienen más oportunidades de pasar a otras plantas donde se pondría en juego los recursos genéticos aún existentes. Una vez que las plantas transgénicas se liberan al ambiente no se pueden contener, el cruzamiento natural entre las plantas emparentadas. La vía principal de escape de los nuevos genes a otras zonas y especies es a través del polen, que puede fertilizar plantas sexualmente compatibles en la zona”.
“El sólo hecho de pretender introducir cultivos transgénicos en centros de origen y de diversidad de estas especies, que son fundamentales en la alimentación y agricultura mundial, debería ser un argumento contundente para rechazarlo. Se debe proteger a las variedades tradicionales y los parientes silvestres (que además de su valor cultural, constituyen la materia prima para el mejoramiento de las variedades modernas). No es cuestión de manejar el riesgo o de saber responder ante emergencias, en casos de contaminación genética, sino de evitar la contaminación; porque la contaminación genética es irreversible, y las vías de contaminación son múltiples, no sólo a través de flujo de genes, sino de contaminación de semillas, de tubérculos (en el caso de la papa y de la yuca), y sobre todo por prácticas culturales que las comunidades indígenas y campesinas, puesto que dentro de sus estrategias de conservación y mejoramiento de la diversidad agrícola, experimentan con semillas nuevas, intercambian y llevan semillas y productos de una región a otra”. (Montoro, Vélez, 2008)

Maíz, frejoles, maní, tomate, tomate de árbol, papa, quinua, cañahua, achira, yacón, isaño, yuca, mora, zapallos y calabazas, pasifloras, entre ellas granadilla, maracuyá y tumbo son algunas de las especies que tienen como centro de origen o al menos de diversidad en Bolivia.

Algunos cultivos de los cuales Bolivia es centro de origen y/o diversidad.

Maíz

La domesticación del maíz así como el desarrollo de técnicas culinarias y de conservación de alimentos, se produjo en la época de las grandes civilizaciones. El maíz habría ingresado a Bolivia en una etapa de domesticación muy temprana y de hecho, en un periodo de evolución precerámico. En Bolivia se desarrollaron bastantes tipos de maíz diferenciados de las especies mexicanas “por haber estado sometidos a patrones evolutivos muy variados, haciendo de la región el centro de diferenciación secundario, con una enorme cantidad de variabilidad genética, especialmente por la diversidad de los granos. Goodman y Brown señalan que del total de 260 razas descritas para América, 132 son originarias de la zona andina”.
Según Gonzalo Avila Director del Centro de Recursos Fotogenéticos de Pairumani, la secuencia evolutiva de los maíces sudamericanos muestra más variabilidad que en México. En Bolivia se cultiva hasta los 3800 msnm. Los maíces bolivianos fueron clasificados en 7 complejos raciales, 45 razas y centenares de variedades, considerando como raza a una población con características comunes que ocupa un área geográfica definida y que ha sido seleccionada para finalidades utilitarias definidas y con características morfológicas y fisiológicas comunes, como los complejos raciales Alto Andino, Amazónica, Perla, Morocho, Harinoso de los Valles Templados, Pisankalla, Cordillera.
Chuquisaca es el centro de mayor diversidad del maíz en Bolivia.
Según investigadores del Centro Pairumani, las razas de maíz boliviano: Hualtaco, Huillcaparu, Kulli, Morocho y Blando Cruceño, poseen elevada importancia económica para el país, debido a su buen potencial comercial y por la demanda originada en los mercados de productos tradicionales. Sin embargo, diversos factores están determinando la erosión genética de los materiales locales, esta erosión se traduce en la desaparición de algunas razas existentes hasta hace pocos años.
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Frejol
En el sur de los andes, especialmente los valles interandinos de Bolivia, se piensa que es un punto probable de domesticación y centro primario de diversidad del frijol común (Phaseolus vulgaris L.). La colección de trabajo de Phaseolus conservada en el Centro de Investigaciones Fitoecogenéticas de Pairumani, consta de 345 accesiones, donde la mayoría de las accesiones son de frijol común, algunas cultivadas y otras silvestres relacionadas.
El frijol común es una leguminosa de grano importante cultivado en muy diversas zonas agroecológicas, especialmente en América Latina. Los recursos genéticos de frijol común consisten en dos grandes reservas genéticas de las accesiones silvestres y cultivadas: la de Mesoamérica, originaria de América Central, México y Colombia, y la de los Andes del sur de Perú, Bolivia y norte de Argentina (Koenig y Gepts, 1989). Los acervos genéticos mesoamericano y andino se sub-clasifican en razas de acuerdo a sus características agronómicas tales como el hábito de crecimiento, así como la adaptación agroecológica. Las variedades nativas andinas han sido clasificadas en tres razas diferentes: Perú, Nueva Granada y Chile.
La forma silvestre del frijol común se distribuye desde el norte de México hasta el norte de Argentina. Las diferencias del frijol común de tipo andino con los de tipo mesoamericano y andinos silvestres sugieren eventos de domesticación independiente de los tipos silvestres locales y un efecto fundador asociado con la domesticación en cada región .
Aparte del valor alimenticio, los frijoles también podrían haber sido domesticados por su valor estético y el uso simbólico. Algunos autores han sugerido que fueron utilizados como una forma de mantenimiento de registros o la escritura no fonética en las culturas precolombinas, sobre la base de las formas y colores de semillas de granos o patrón (Avila et al, 1987; Freyre et al, 1996). En los valles aislados de los Andes, algunos agricultores tradicionales cultivan y mantienen las mezclas de semillas de todos los tamaños y colores, y los niños de las zonas rurales siguen utilizando frijoles con forma esférica conocida como ‘chuis’ como juguetes. Además, los frijoles reventones, especiales del sur de Perú y Bolivia se llaman ‘k’opurus’ o ‘nuñas’, se consume el grano tostado como aperitivo (Tohme et al., 1995).

Ajíes
En Bolivia, se utilizan por lo menos 15 variedades de ajíes nativos pertenecientes a las 5 especies de ajíes domesticados y varias especies silvestres (C. cardenasii, C. eximium, C. microcarpum ), consumiéndose tanto en estado fresco como deshidratado. Sin embargo, muchos presentan una comercialización marginal, ya que son cultivados o recolectados de arbustos silvestres para autoconsumo o distribuidos ocasionalmente a nivel local. El departamento de Chuquisaca es el principal productor de ajíes en Bolivia, representando cerca del 90% de la producción total nacional (3.600 ton/año). En este departamento, las provincias de Tomina (Padilla), Villa Serrano, Hernando Siles y Luis Calvo, presentan los más altos niveles de producción, debido a que el suelo y el clima favorecen el desarrollo de las diversas especies cultivadas.
Los ajíes nativos y los comerciales no nativos y pimientos, pertenecen al género Capsicum y a la familia botánica Solanaceae. Este es un grupo muy diverso encontrándose desde pimientos, pimentones dulces y páprika, hasta una gran variedad de ajíes, desde dulces hasta muy picantes. Muchas especies y variedades de Capsicum tienen actualmente interés comercial en la industria alimenticia, médica y química, no solo por su diversidad de colores, formas y tamaños, sino también por su aroma, sabor y por la presencia de aceites esenciales y variados principios activos (Krishna 2003; TIPS & AUSAID 2004). A nivel taxonómico es considerado un grupo complejo con una alta variabilidad genética, por lo que sus diferentes especies y variedades muestran la amplia gama de colores, formas, sabores y grados de pungencia (IBPGR 1983).
El género Capsicum tiene uno de sus centros de origen en Bolivia y Perú, evolucionando en las regiones andinas más secas y posteriormente migró hacia las tierras bajas tropicales (McLeod et al. 1982; Walsh & Hoot 2001). De las 30 especies en el género, solamente cinco especies han sido domesticadas.
En Bolivia se utilizan diversas especies tanto cultivadas como silvestres de ajíes tanto nativos como más comerciales no nativos, distribuidos en diferentes regiones del país.
El INIAF mantiene 387 accesiones de ajíes y locotos.

Tomate
El centro de origen del tomate es la región andina de Perú, Ecuador, Bolivia, el norte de Chile y las islas Galápagos, donde se encuentran materiales cultivados y silvestres adaptados a una amplia variedad de condiciones climáticas y geográficas. El ancestro común de las formas domesticadas es el Solanum lycopersicum var. cerasiforme, que crece espontáneamente en las regiones tropicales y subtropicales de América.
La diversidad genética de tomate (Solanum lycopersicum spp.) habría disminuido en los últimos años. La Fundación Internacional para el Progreso Rural (RAFI, actualmente ETC), comprobó en 1982 que el 80% de las variedades comerciales del tomate que figuraban en la lista de 1903 del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) ya no se encontraban en los bancos de semillas, por lo que se habrían extinguido. Dicha pérdida de diversidad se debe a las exigencias del mercado, el desplazamiento de las variedades criollas por los cultivares foráneos y destrucción de ecosistemas lo cual conduce a la erosión genética.

El Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (INIAF) cuenta con un Banco de Germoplasma de Hortalizas que alberga 61 accesiones de este género, las cuales aún no han sido caracterizadas.

Maní
El maní es una especie originaria de los Andes Centrales y Chaco donde fue domesticado hace unos 4000 años. Los ancestros próximos al maní cultivado se en localizan en el sur de Bolivia, constituyéndose por tanto las proximidades de Villamontes en la cuenca baja del río Pilcomayo, como el centro de origen del maní cultivado. Martin Cárdenas, fundamentado en sus investigaciones científicas y en la cantidad de variedades en estado silvestre, aseveró que el territorio originario del maní, se encuentra en Bolivia entre las vertientes orientales del Pilcomayo y el Parapetí.
El género Arachis incluye al menos 80 especies silvestres utilizadas en los programas de mejoramiento de maní como fuentes de resistencia a plagas y enfermedades y otras características, de las cuales 20 se han encontrado en Bolivia, considerada como centro de domesticación u origen y el resto en Argentina y Paraguay. Dos de las especies silvestres encontradas en Bolivia se consideran como origen del maní cultivado: A. duranensis y A. ipaënsis. Casi todas las especies silvestres de maní tienen algún grado de amenaza, y al menos dos especies (A. rigonii y A. ipaënsis) probablemente se han extinguido en la naturaleza debido a la urbanización y los cambios de uso del suelo.
Debido a su característica de enterrar sus frutos, la tasa de dispersión es extremadamente lenta, lo cual les impide escapar de los graves y rápidos efectos del cambio climático y otras amenazas. Una especie silvestre típica de Arachis fija su semilla no más de 1 m de la planta madre), requiriendo un período aproximado de 1000 años para dispersarse a una distancia de 1 km. Es sembrado por pequeños agricultores y en pequeñas extensiones (de una a dos hectáreas), entre las zonas productoras se encuentran los valles interandinos de occidente, los valles orientales y la zona sur del país.

El Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal, INIAF, administra 1054 accesiones.

Tomate de árbol
El centro de origen del tomate de árbol cultivado podría estar situado en Bolivia, ya que algunas especies silvestres bolivianas han sido identificadas como parientes cercanos de la especie cultivada. En Bolivia, el tomate de árbol es conocido como Lima tomate, Monte tomate, Tomate extranjero o K´ita tomate y su consumo se restringe a aquellas áreas en donde se cultiva. Existe poca documentación sobre su cultivo. Las investigaciones realizadas en Colomi, provincia Chapare, Cochabamba han identificado 16 cultivares nativos y 9 ecotipos, así como información sobre los usos que los productores locales le dan a este frutal.
El tomate de árbol tiene como centro de diversificación la región amazónica del Brasil, donde se encuentran 19 especies de las cuales 8 son endémicas (Lobo, 2008). Tomando en cuenta los estudios de Bohs (1991, 1994), el centro de origen de este cultivo podría situarse en Bolivia, puesto que algunas especies bolivianas han sido identificadas como parientes silvestres cercanos de C. betacea. Luna & Osorio (1993) y Bernal & Días (2003) también sugieren que el probable centro de origen de la especie se localiza en aéreas boscosas del sur de Bolivia y Norte de Argentina.
Esta fruta es cultivada en los Andes Suramericanos en lugares ubicados desde los 1800 hasta los 3000 m de altitud y hoy en día se encuentra dispersa por diferentes partes del mundo. Se sabe que el tomate de árbol se cultiva desde épocas prehispánicas (Bernal & Días 2003).

Los mayores productores de este frutal a nivel mundial son Colombia y Ecuador, donde es conocido como Tamarillo. En Bolivia, el tomate de árbol es denominado como Lima tomate, tomate, Tomate extranjero o K´ita tomate, y su consumo se restringe a aquellas regiones en donde se cultiva.

Papa
La papa fue domesticada hace diez mil años por los ancestros de los agricultores andinos en los alrededores del lago Titicaca entre Perú y Bolivia (CIP, 2008). En la actualidad, las familias de montaña albergan una amplia diversidad de papas nativas distribuidas en agroecosistemas tradicionales. Existe una alerta y preocupación por la pérdida paulatina de variedades nativas, entre ellas la papa en la región andina, por su importancia en la alimentación local y mantenimiento de procesos evolutivos del cultivo. Una alternativa se constituye el fortalecimiento de la conservación in situ de las variedades tradicionales realizada por comunidades campesinas.

La colección de papa boliviana está ubicada entre las más importantes en el mundo por el número de accesiones conservadas. La representación geográfica de la colección del Banco de Tubérculos y Raíces, proviene de siete de los nueve departamentos de Bolivia y de 39 provincias). El germoplasma de papa ha sido conservado desde la década de los años 60 en la Estación Experimental de Toralapa. Al presente cuenta con 1586 accesiones de las cuales 981 es Solanum tuberosum subsp andigena Buk (Tetraploides (4n), reflejando la más alta variación intraespecífica de las papas nativas cultivadas (INIAF, 2014). Éstas se distribuyen o se cultivan en Bolivia en los departamentos de La Paz, Oruro, Cochabamba, Potosí, Chuquisaca, Santa Cruz y Tarija, entre los 1900 y 4300 msnm.

Quinua

La quinua es un cultivo nativo de la región Andina y se cultiva entre los 2500 y 4000 msnm. La mayoría de los investigadores coinciden que la quinua es originaria del altiplano que comparten Perú y Bolivia, ya que en dichas áreas se encuentra la mayor diversidad de plantas cultivadas y parientes silvestres. Bolivia es un país rico en cuanto a la variabilidad genética de la quinua, actualmente se tiene 3100 accesiones conservadas en el Banco de Germoplasma de la Estación Experimental de Toralapa procedentes de Bolivia y otros países, las mismas que se encuentran en conservación ex situ para preservar el material genético.

Cañahua
La cañahua (Chenopodium pallidicaule Aellen) es una especie originaria del altiplano de Bolivia y Perú. Los principales lugares de cultivo se ubican en la cuenca del Lago Titicaca donde tiene importancia en la alimentación de las familias por la alta calidad de sus granos, en cuanto a proteína, aminoácidos, vitaminas, fibra y minerales. También es apreciada por sus cualidades medicinales y por presentar tolerancia a factores adversos como sequía y heladas. Asimismo, los subproductos de la planta como la broza, jipi y rastrojos son utilizados como forraje para el ganado ovino, bovino y camélido (Pinto, 2008, Pinto et al. 2008)
Reconociendo la importancia que tiene este cultivo andino, desde la década de los 70’ se iniciaron colectas de semillas en el altiplano de Bolivia y Perú, y se conformó la colección boliviana de germoplasma de cañahua, la cual cuenta actualmente con 801 accesiones y forma parte del Banco de Germoplasma de Granos Altoandinos (BNGA), bajo la responsabilidad del Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (INIAF). Los resultados indican que existe amplia variabilidad genética en cuanto a ciclo fenológico, tamaño de planta, cobertura foliar, rendimientos e índices de cosecha. Se identificaron variables agromorfológicas que son componentes del rendimiento, que facilitan los procesos de selección y mejoramiento genético. Las accesiones del germoplasma se clasificaron en tres grupos y siete subgrupos.

Las 445 accesiones de tipo Lasta, de ciclo tardío con buenos rendimientos de grano y broza pueden ser utilizados en la producción de semilla y forraje; las 73 accesiones de cañahua silvestre tipo Pampalasta por su precocidad, porte bajo y amplia cobertura foliar pueden utilizarse como cobertura natural en suelos degradados; y las 226 accesiones de tipo Saihua, de buena altura de planta y estrecha cobertura foliar, pueden facilitar la cosecha manual o mecanizada en parcelas de producción.

Achira

La achira es una planta de flores vistosas y hermosas, conocida como ornamental, pero en las zonas rurales de los andes bolivianos, los agricultores cultivan ésta planta para la producción de cormos comestibles. Conocida como papa a chira o Chiri en aimara fue domesticada para diferentes usos, originaria de la región andina y cultivada desde Colombia hasta Bolivia. El género Canna contiene cerca de 55 especies nativas de América subtropical y tropical. Siendo Bolivia, un país que importa más del 90 % del almidón que consume, la achira se constituye en una alternativa promisoria como fuente de almidón nativo para contribuir a la soberanía alimentaria del país.

Yacón
La importancia y potencialidad actual del yacón no es por su valor alimenticio, sino por su contribución a la salud, lo cual radica en la calidad de sus carbohidratos conocidos como
fructooligosacáridos, de pocas calorías y que no elevan el contenido de glucosa en la sangre. Como otras raíces andinas como arracacha (Arracacia xanthorrhyza), achira (Canna edulis), ajipa (Pachyrrhizus sp.), maca (Lepidium meyenii) y mauka (Mirabilis expansa) el yacón ha sido poco estudiado y marginado de programas de investigación, razón por la cual la información aún es escasa, lo que impide un mejor y mayor aprovechamiento de sus propiedades. Grau et al. (2001) señalan que posiblemente la domesticación del yacón comenzó en las zonas de yungas (1000 a 2300 msnm) o zonas montañosas del Norte de Bolivia o el Sur de Perú. De acuerdo a Sevilla y Holle (2004) la diversidad de una especie esta constituida por todas las variaciones genéticas, producto de la diferencia de las especies, no se debe confundir la diversidad genética con la variabilidad genética que es una característica de poblaciones dentro de especies.
La variación entre poblaciones de una especie, más la variación dentro de poblaciones es la diversidad genética total de una especie. Las especies pueden ser más o menos diversas; las características de las poblaciones pueden ser más o menos variables. El INIAF posee 5 accesiones de yacón.
Grau y Rea (1997) mencionan que pese a que la erosión genética afectó al yacón en Bolivia, el cultivo de la especie es muy común todavía en la mayoría de los departamentos andinos del país; Tarija, Chuquisaca, Cochabamba y La Paz. En el departamento de La Paz principalmente en la provincia Camacho y Sud Yungas, probablemente los de mayor superficie cultivada y los de mayor diversidad de germoplasma. En las zonas productoras se ha determinado básicamente dos tipos de sistema de producción de yacón: un sistema en jardín o huerto familiar y un sistema asociado con algún cultivo (principalmente el maíz o Zea mays).
La caracterización de la diversidad genética del yacón por parte del agricultor se la realiza por los rasgos observables de color de la pulpa a nivel de raíz en el momento de cosecha, distinguiéndose tres morfotipos: amarillo, blanco, morado

La forma de consumo de la raíz de yacón en la zona es cruda, no tiene un manejo post-cosecha ni forma de conservación, En cuanto a los usos se destaca el empleo como refresco, alivia la temperatura. El destino de la producción es al autoconsumo, venta y en algunos casos al intercambio por frutas, esto se realiza en la feria de Ticachuri. Las fechas de aparición de yacón o aricoma en los mercados de las ciudades de La Paz y El Alto coinciden con el Corpus Christi en junio de manera muy variable en diferentes gestiones agrícolas.

Isaño

El isaño tiene su origen y diversidad en los Andes, fue conocido por incas y aymaras, como Añu, mashua e isaño.La zona de Candelaria en Cochabamba y la zona circundante al Lago han sido identificadas como zonas de alta diversidad de tubérculos (papa, oca, papalisa e isaño). Se la cultiva asociado a la oca y papalisa, por compartir requerimientos de suelo y prácticas de manejo similares, además de ocupar la misma zona agroecológica. Se trata de uno de los cultivos más adaptados a la ecología andina, ya que su cultivo se extiende desde Venezuela hasta el norte de Argentina y Chile entre los 3000 y 4000 msnm. Se adapta a rangos de altitud muy amplios que van desde 1500 a los 4200 msnm. Está catalogado como el l cuarto cultivo en importancia encontrándose después de la papa, oca y papalisa. Posee cualidades medicinales, sirve como repelente de insectos, nematodos y otros patógenos. Posee un alto contenido de carbohidratos (11% en base fresca), alto contenido de ácido ascórbico (67 mg por 100 g en base fresca) y el contenido de proteína que pueden variar de 6.9-15.9% en base seca.

Yuca
La yuca (Manihot esculenta Crantz), proporciona el sustento de 500 millones de agricultores y un sin número de procesadores y comerciantes de todo el mundo. Según la FAO, es el alimento básico para centenares de millones de personas en el cinturón tropical y subtropical, además de ser una materia prima para numerosas aplicaciones industriales. Existen más de 6.000 variedades de yuca y más de 20.000 accesiones distribuidas en los bancos de germoplasma a nivel mundial. Bolivia cuenta con una variabilidad alrededor de 200 clones locales distribuidos en toda la zona tropical y subtropical del país.

Vavilov indica que la yuca, junto con el caucho, el mate, el mani y la piña tienen como origen el Centro Brasilero Paragiuuayo de plantas cultivadas. Saper considera al maíz como la primera planta cultiva, el sueco Nodenskiold considera a la yuca. Cree que el noroeste de sudamerica es la región donde se originaron las yucas más rústicas y de mas bajo contenido de almidón –no venenosas- hasta alturas de 1500 m, siendo la Amazonia la región de yucas venenosas hasta los 700 m de altitud.

Cacao
El cacao se halla distribuido en Bolivia en los departamentos de Pando, Beni, Santa Cruz, Norte de La Paz y Cochabamba, en forma silvestre y genotipos introducidos. Son tres las regiones productoras de cacao, la más grande e importante es Alto Beni, en el departamento de La Paz, seguido del Chapare en Cochabamba y Baures en Beni. También en el Tipnis se produce cacao silvestre.

El cacao en estado silvestre tiene su origen en la América Tropical (Amazonia) y actualmente es cultivado en todas las regiones húmedas del mundo, en los trópicos de América, África y Asia, 20° al norte y sur del Ecuador.

Copazú
La región Amazónica en general es considerada como el mayor reservorio de recursos genéticos vegetales del mundo, entre los que se encuentran varias especies del género Theobroma, destacándose el copoazú (Theobroma grandifl orum). Se cree que la especie fue diseminada de su centro de origen a las distintas subregiones por la intensa movilidad de los grupos indígenas.
El copuazú es un árbol tropical, que se encuentra distribuido en forma silvestre en la cuenca amazónica, en los países de Perú, Colombia, Ecuador y Brasil. Su importancia económica radica en su fruto, el cual se puede aprovechar ya sea por su pulpa o por la almendra para la agroindustria, la cual se comercializa fresca o procesada, para la fabricación de chocolate y cosméticos. También se puede aprovechar la cáscara como abono orgánico.

En base a la diversidad observada en plantas de cupuazú cultivada en la región norte de Bolivia, es importante considerar ciertas recomendaciones como ser: realizar plantaciones con clones con características sobresalientes en cuanto a producción de pulpa, producción de semilla y tamaño del fruto. Así mismo es importante realizar estudios respecto a la propagación vegetativa de estos clones, además de ejecutar prácticas de injerto, tomando en cuenta las características sobresalientes o deseadas para garantizar la cualidad de las futuras plantaciones.

Mora
Un representante de la gran diversidad existente en el país es el género Rubus, que son pequeños arbustos apoyantes y espinosos con frutos denominados comúnmente “moras”. Este género presenta a nivel mundial aproximadamente 750 especies, de las cuales en Bolivia existen 23 especies de Rubus en estado silvestre, 2 especies son introducidas (R. procerus y R. rosifolius), 2 tienen carácter endémico (R. bullatus y R. briareus), el 80 % tienen frutos comestibles.
Las moras silvestres son conocidas por la población local del Municipio de Colomi, en el Chapare, con los nombres de Khari-khari para arbustos de frutos pequeños y Monte frutilla para arbustos con frutos de mayor tamaño. Los frutos de estas especies se utilizan principalmente como consumo en refresco por ser altamente perecederos, también se usan como colorante de una bebida refrescante llamada api. En la época de mayor fructificación las amas de casa del lugar suelen elaborar mermelada, principalmente con la especie R. urticifolius.
En la medicina popular se reporta que la mayoría de estas especies son utilizadas para curar enfermedades respiratorias, dolores de cabeza, dolores estomacales, de garganta, como antidiarreico, entre otros. Se cree además que puede servir de estímulo al habla de niños pequeños

La región Subtropical del Municipio de Colomi cuenta con diversidad de moras silvestres (8 especies), 2 especies se encuentran en peligro y las demás vulnerables ante la pérdida de su hábitat.

Zapallos
Junto con el maíz y el poroto, el zapallo, fue la base de la alimentación de los Incas, Aztecas y Mayas antes de la colonización española. Se encuentran entre las plantas de cultivo más antiguas de América.
Se han encontrado semillas de calabazas y zapallos de 2600 años de antigüedad en los Cerritos de Indios de la zona este, estos hallazgos son evidencias muy fragmentarias de que pudieron tener algún tipo de agricultura o intercambio con algunos otros grupos indígenas que si la practicaban.
El INIAF posee 483 accesiones de cucurbitáceas (zapallo, joco, escariote, lacayote, achojchas y otras).
José María Boso, en el relato de su viaje en 1815 por el Oriente Boliviano describe algunas como el pabi, relata al enumerar las frutas nativas de la montaña de los yuracarés y en la Chiquitania.
La calabaza es la especie más importante de los trópicos, por su extensión y riqueza varietal. En la época prehispánica se cultivaba desde Estados Unidos hasta Bolivia, por lo que no se puede localizar su centro de domesticación ni sus parientes silvestres, siendo las muestras arqueológicas más antoguas de Mexíco y de la costa del Perú.

Los zapallos son originarios de Argentina, donode crecen parientes silvestres y de donde se extendió por los Andes hasta el Perú.

Pasifloras andinas

49 accesiones de pasifloras andinas (tumbo, granadilla, lokosti, y otras).

Frutales introducidos

Las especies frutales de clima templado en nuestro país, como el duraznero, manzano, peras, vides y otras, ya son conocidas desde la época de la colonia. Éstas se encuentran perfectamente adaptadas a nuestros valles, lo cual es favorable para una mayor ampliación de las superficies y además para introducir variedades nuevas. La gran parte de los cultivos de duraznero y manzano son producidas para consumo en fresco, luego para deshidratado y otra parte destinada para jugos y mermeladas. Según el INE (2008), existen más de 5000 has de frutas de estas especies en el país. La colección de trabajo de frutas de clima templado de la Fundación PROINPA, conserva 161 accesos, distribuidos en 3 géneros, de los cuales la mayoría (117), están concentrados en el género Prunus, seguido de Pyrus y Malus. Se cuenta dentro de estos géneros con 9 especies. La gran parte de estos materiales fueron introducidos de los países vecinos y poseen un gran potencial económico.

Referencias:
INIAF. Memorias del I Congreso Nacional de Recursos genéticos de la agrobiodiversidad. Santa Cruz, agosto 2014
INIAF. Conservación y manejo de recursos genéticos para la seguridad y soberanía alimentaria en Bolivia. Revista cieníifica de investigación info-iniaf. ” año 1 numero 1 y 2, volumen 1. 2013
Alvaro Montaldo. La yuca o mandioca. IICA 1979.
Mathias Jagger, Alejandra Jimenez, Karen Amaya, comp. Las cadenas de valor de los ajíes nativos de Bolivia. Biodiversity International, GIZ, Proinpa.
SENA-FOBOMADE. En Bolivia se cultivó maíz desde la época precerámica. Boletín Especial Enero 2012.
Carlos Hugo Escóbar, Dagoberto Criollo, Wilmer Herrera. Copoazú. Variabilidad y en el pidemonte amazónico.2009.Corpoica.

Ymelda Montoro y Germán Vélez. 2008. Los centros de origen y de diversidad, deben ser regiones libres de transgénicos.

 

Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Portada_Principal/Documentos/Bolivia_centro_de_origen_y_diversidad_de_innumerables_cultivos_-_Aportes_en_el_Ano_Internacional_de_la_Agricultura_Familiar